CONSTRUYAMOS UNA PERUANIDAD RECONOCIENDO NUESTRA IDENTIDAD CHOLA EN UNA REPÚBLICA DE CIUDADANOS

Sabemos que:
  1. Antes de su descubrimiento por la civilización europea, en los Andes sudamericanos (en los territorios ocupados actualmente por Perú, Bolivia y Ecuador, aunque también parte de Argentina, Chile y Colombia), millones de personas en algunos miles de años desarrollaron una avanzada civilización, de similar o superior nivel de desarrollo al de las más grandes civilizaciones de la antigüedad, como lo atestiguan caminos, obras de ingeniería hidráulica, de desarrollo agrícola, de aprovechamiento de plantas, animales (biodiversidad) y sus productos, y en general, como lo muestran construcciones diversas, en niveles que recién ahora empiezan a redescubrirse o comprenderse.
    Esta civilización estaba conformada por diversas “naciones” o “culturas” que convivían y se interrelacionaban entre sí en el medio geográfico andino. La civilización indígena andina era una sociedad agraria, socialmente compleja y teocrática.
    2. Si ese proceso civilizatorio hubiese continuado su evolución histórica, sin la violenta irrupción de la civilización española que la transformó esencialmente, hoy los pueblos asentados en estos territorios se parecerían más a los de la China o la India, los cuales, no obstante la arremetida de la civilización europea en diversos momentos de sus respectivas evoluciones históricas, no sufrieron una ruptura histórica en su desarrollo.
    3. Cuando España invadió América no exterminó a las civilizaciones conquistadas, sino se mezcló con ellas. Aunque los invasores hispánicos reemplazaron la organización política andina por la suya (mientras la mayoría de españoles y sus hijos, los criollos, pasaron a ocupar los roles dominantes y dirigenciales, la mayoría de los indígenas pasaron a ser sometidos y explotados), no pudieron eliminar aspectos identitarios fundamentales, como la manera de relacionarse entre sí, con los otros y con la naturaleza. En tal sentido, aunque sometida, diversas manifestaciones de la civilización andina supervivieron y superviven hasta la actualidad, y han aportado fundamentalmente al proceso de transculturación iniciado desde que el primer europeo pisó suelo andino.
    4. La irrupción de la civilización española originó un profundo choque cultural con la civilización andina indígena del que surgió una amalgama cultural aun en formación. El Perú actual, para bien o para mal, debe su existencia al encuentro violento de dos mundos, de dos civilizaciones antes desconocidas entre sí, como resultado de la conquista española del Imperio Inca (la última versión imperial de los pueblos de la civilización andina indígena), ocurrida en la primera mitad del siglo XVI.
    5. En tal sentido el Perú nunca ha sido la simple prolongación española en los Andes, ni la mera continuidad evolutiva de la civilización andina indígena; es parte de una nueva civilización, ni europea ni indígena, una civilización mestiza, que aún no ha culminado su proceso de consolidación, pero que se desarrolla pujante. A este mestizaje también han contribuido los aportes de la cultura negra (a través de los esclavos traídos del África durante la colonia), de la cultura amazónica, de la cultura china, y de muchas otras más, que se han sumado al proceso de transculturación que empezó en el siglo XVI.
    6. A pesar de la transculturación irreversible de dos –y más– civilizaciones para forjar una nueva cultura, en el Perú aún subsisten diversos traumas derivados de la violencia del encuentro de esas civilizaciones y del establecimiento de un sistema de dominación total por parte de la cultura conquistadora sobre la conquistada, basada en criterios estamentales y raciales[1]. Estos traumas generan racismo, exclusión social para la mayoría de la población y la subsistencia de una mentalidad colonial pre moderna en determinados grupos de poder.
    7. Tras la independencia, a pesar de las promesas de libertad e igualdad para todos y de antecedentes cruciales como la rebelión de Túpac Amaru II, que en un momento logró cohesionar diversos sectores sociales y geográficos, se mantuvo el sistema de dominación colonial, y postergó y excluyó aún más a los sectores indígenas. Recién después de más de cien años desde la independencia, este sistema de dominación empezó a desmoronarse como resultado, principalmente, de las grandes oleadas migratorias ocurridas desde los años 50 del siglo pasado, de millones de campesinos indígenas, del campo a la ciudad, de la sierra a la costa. Como resultado de las migraciones, los indígenas, que antes estaban excluidos, empezaron a convertirse en ciudadanos, en sujetos económicos, culturales y sociales, todo lo cual se expresa en la emergencia y el cada vez mayor empoderamiento de una cultura chola[2] (la versión peruana de una cultura mestiza), lo que indica de manera evidente que las actuales condiciones sociales del Perú lo colocan listo para solucionar políticamente el problema de su identidad. Sin embargo, aún no se consolida en el Perú un proyecto político que represente adecuadamente esa necesidad.
    8. Si bien la imagen de lo cholo se encontraba estrechamente vinculada con la postergación, ahora se refiere a una nueva cultura mestiza en auge, dinámica y emprendedora. Así, si atendemos al comportamiento del poder público vemos que la promesa republicana habría fracasado, pues tenemos un Estado que viene tolerando la existencia de grandes mayorías pobres y excluidas, ajenas a la condición efectiva de ciudadano, al margen de la formalidad y sin representación. Sin embargo, la nueva peruanidad mestiza se ha hecho –y está haciendo– paso por propia iniciativa.
    9. A causa de la marginación y la violencia política, pero también por el empeño y el talento de los peruanos, se transformó la composición demográfica, cultural y social de todo el país. Sin embargo, ello no ha constituido un proyecto nacional de oportunidades para todos: un número mayoritario de peruanos no tiene aun posibilidades reales de desarrollo ni existe una actitud inclusiva por parte del Estado. El “Perú formal” no termina de aceptar, entender, representar e incluir a esta peruanidad emergente. Sin embargo las transformaciones son irreversibles, y están en auge y decidida expansión.
    10. El Perú está a un paso de consolidar una nación peruana, a partir de reconocer su peruanidad chola, irruptora y reclamante de una ciudadanía inclusiva. A través de la conformación de un proyecto nacional integrador, que asuma como prioridad la eliminación de los factores de exclusión, y que promueva y se sostenga en el ímpetu de desarrollo de nuestra peruanidad, podrán alcanzarse las transformaciones que requiere el cumplimiento de la promesa republicana.
    Ante esto Constructores Perú afirma que:
    1. El proyecto nacional peruano requiere de un referente común de identidad y ciudadanía. Es decir, todos los peruanos y peruanas, independientemente del sector social al que pertenezcan, su cultura, etnia o raza, deben ejercer efectivamente su condición de ciudadanos y ciudadanas, y sentirse incluidos en una identidad peruana común. Identidad y ciudadanía son las piedras angulares sobre las que se ha fundar una república verdaderamente inclusiva.
    2. La diversidad cultural del Perú no es un obstáculo para construir una identidad nacional peruana, que sea el resultado del sincretismo de las diversas identidades culturales existentes. No se trata de destruir o neutralizar las identidades locales o “puntos identitarios de partida”; sino de partir de ellas, de los orgullos, miradas o autoestimas que ya existen. Los ciudadanos podemos pertenecer simultáneamente a diversas formas de agrupamiento humano: familias, clanes, clubes, gremios, partidos políticos, localidades, pueblos, ciudades o regiones; desarrollando en ellos diversos niveles de identidad. En el nivel nacional la identidad peruana se construye asumiendo nuestra condición de cholos y cholas.
    3. A nuestra peruanidad mestiza le denominamos identidad chola. Lo cholo, así visto, no se refiere al proceso migratorio hacia la costa urbana, sino a las diversas expresiones del mestizaje peruano. Además de reconocer una realidad evidente, asumir nuestro mestizaje cholo es también una reivindicación de nuestra peruanidad relegada y una afirmación ineludible para la construcción de una República de ciudadanos.
    4. No estamos ante un asunto racial, sino uno cultural, por tanto, de implicancias sociales y políticas. Afirmarnos cholos no es contradictorio con nuestros orígenes culturales y raciales, sino implica entendernos más allá de esos solos datos, como integrantes de una misma comunidad política, que tiene una idiosincrasia, necesidades e intereses comunes. En tal mismo sentido, consideramos nocivas las visiones que solo destacan las diferencias culturales e identitarias entre diversos peruanos, así como las consiguientes reivindicaciones puristas, que privilegian la preferencia de unos grupos (raciales, sociales) frente a otros. Ante ellas oponemos nuestra ciudadanía chola, como afirmación de una sociedad libre e igualitaria.
    5. Nuestra identidad se complementa con la construcción de una comunidad de ciudadanos, en la que podamos afirmar la igualdad de oportunidades para todos y una real lucha contra las injusticias. Para ello es necesario que todo peruano acceda al efectivo ejercicio de sus derechos ciudadanos y a un mínimo de bienestar que el Estado debe garantizarles, entendiendo al mismo tiempo que la condición de ciudadano implica asumir compromisos con la comunidad política y la generación de una cultura cívica de cumplimiento de los deberes que se tienen con los conciudadanos, en especial con los que menos disfrutan de la ciudadanía, así como con la República, en sus diferentes niveles de gobierno.
    Reconociendo nuestra identidad y ciudadanía cholas, nos comprometemos a construir un proyecto político que supere los problemas de identidad nacional y nos lleve a un país libre de exclusiones.
    [1] La clara distinción que debería existir entre ambos grupos sociales se expresó también en el establecimiento de dos regímenes jurídicos claramente diferenciados, uno para los blancos españoles o criollos, quienes se regían por las Leyes de España y conformaban la República de Españoles; y otro para los indígenas, para que quienes regían leyes especiales e integraban la República de Indios.
    [2] Aunque originalmente el vocablo “cholo” tuvo una connotación despectiva y peyorativa, fundamentalmente vinculada al sector indígena; progresivamente el término se está convirtiendo en un elemento identitario del nuevo Perú que se viene configurando como consecuencia del empoderamiento de los diversos sectores sociales antes marginados y excluidos, los que de manera creciente, como consecuencia de las migraciones, vienen ocupando importantes espacios de nuestra sociedad. El progreso que millones de cholos (los mestizos peruanos, hijos del encuentro entre las diversas etnias y razas que han existido en nuestra sociedad) han alcanzado en las últimas décadas, han logrado transformar el vocablo “cholo” de insulto en motivo de orgullo y autoestima.